Comunicado de la Comisión Nacional de Liturgia de la Conferencia Episcopal de Costa Rica acerca de la celebración de la Semana Santa en el año 2022

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Cuando la comunidad humana está levantándose de un periodo tan difícil
como esta pandemia, la Iglesia se apresta a celebrar las próximas fiestas pascuales
en condiciones mucho más cercanas a las que estuvimos habituados. Es un signo
de esperanza que los creyentes debemos acoger con gran esperanza y profunda
responsabilidad.

De ahí que, al retomar las prácticas de piedad y los ritos litúrgicos que
habíamos dejado de lado, convenga recordar algunas indicaciones litúrgicas y
pastorales. De manera que aprovechemos el potencial evangelizador de las
celebraciones que vamos a vivir.

  1. Como principio general tengamos presente que este año volvemos a realizar
    todos los ritos litúrgicos como está indicado en los distintos libros litúrgicos , 1
    pues han cesado las condiciones especiales que justificaron las excepciones .2
  2. Lo que sí debe mantenerse con especial cuidado son las medidas sanitarias
    que la Conferencia Episcopal de Costa Rica ha señalado en los distintos
    comunicados e instrucciones publicadas a lo largo de la pandemia. Haciendo
    nuestras las indicaciones más recientes de la Santa Sede, “nos permitimos
    invitar a todos a la prudencia, evitando gestos y comportamientos que
    podrían conllevar riesgos” 3.

De manera particular debe mantenerse el uso de la mascarilla según las
indicaciones vigentes, lo cual incluye —como es evidente— a los sacerdotes y
demás ministros o servidores litúrgicos, tanto como a los personajes que intervienen en las procesiones y demás actos de piedad: ninguno de ellos}
debe sentirse eximido del uso de este dispositivo, el cual debe ser empleado
incluso por quienes emplean los instrumentos de viento en todo momento
que no estén cumpliendo con su función.

  1. El “Domingo de Ramos en la Pasión del Señor”, en todas las Misas, se
    conmemora la entrada de Jesucristo en Jerusalén, pero sólo en una de ellas se
    realizará la liturgia estacional (aquella que empieza en una iglesia y concluye
    en otra 4) y la procesión 5. En las otras iglesias debe hacerse el rito tal y como
    se describe en la “Segunda forma: Entrada Solemne”. 6
  2. En aquellos lugares en los que se realice la celebración estacional y la
    procesión, debe recordarse que “[…] no pueden mezclarse las fórmulas
    propias de los ejercicios de piedad con las acciones litúrgicas; los actos de
    piedad y devoción encuentran su lugar propio fuera de las celebración de la
    Eucaristía y de los otros sacramentos”7. Entonces, aunque las circunstancias
    pastorales justifiquen que la procesión se realice con la tradicional imagen
    del “Señor del triunfo” (que no está mencionada en ninguno de los libros
    litúrgicos), no sería correcto que el sacerdote monte un burro o un animal
    semejante. La imagen de Jesucristo (con o sin pollino) podría integrarse
    como elemento adicional pero la presidencia de la procesión corresponderá
    siempre al sacerdote 8, que por ello precederá siempre dicha imagen9 .
  3. Conviene igualmente:
    […] instruir a los fieles sobre el significado de la
    celebración […] insistir en que lo verdaderamente
    importante es participar en la procesión y no
    simplemente procurarse una palma o ramo de olivo;

que estos no se conserven como si fueran amuletos, con
un fin curativo o para mantener alejados a los malos
espíritus y evitar así, en las casas y los campos, los
daños que causan, lo cual podría ser una forma de
superstición. La palma y el ramo de olivo se conservan,
ante todo, como un testimonio de fe en Cristo, rey
mesiánico y en su victoria pascual . 10

De ahí la importancia de recordar que las bendiciones, además de alabar a
Dios por los bienes recibidos, imploran la ayuda del Señor para que los fieles
se sirvan de aquello que se bendice para vivir como auténticos creyentes, tal
y como se expresa de manera particular con el agua bendita cuyo uso busca
“[…] exhortar a los fieles a que recuerden el Misterio Pascual y renueven la fe
de su bautismo”11. Más que darle una cualidad especial al objeto, estos ritos
litúrgicos invocan la bendición de Dios sobre los fieles; razón por la cual
“[…] la celebración de la bendición de cosas y lugares no debe hacerse sin la
participación de por lo menos algún fiel” 12(el que la solicitó13 ) y sin que falte
al menos una breve proclamación (aunque sea “recitada de memoria”) de la
Palabra de Dios . 14


Entonces, la bendición de las palmas sólo debe tener lugar en la celebración
litúrgica del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. De manera que se
manifieste que esos ramos son un medio del cual Dios se sirve “[…] para
que, quienes acompañamos jubilosos a Cristo Rey, podamos llegar, por él, a
la Jerusalén del cielo” . 15

  1. La Misa Crismal es la celebración en la que el Obispo, rodeado del presbiterio, prepara los aceites que serán necesarios para celebrar la iniciación cristiana y los demás sacramentos:
    Con el Crisma […] son ungidos los nuevos bautizados y
    son signados los que reciben la Confirmación. Con el
    óleo de los catecúmenos, ellos se preparan y disponen

para el Bautismo. Con el óleo de los enfermos, éstos son
aliviados en sus enfermedades” . 16


De ahí que la Misa Crismal ponga de manifiesto que el Obispo, cuyo
ministerio es prolongado por el presbiterio, ha recibido la misión de servir
como “[…] gran sacerdote de su grey, del cual deriva y depende, en cierto
modo, la vida de los fieles”. Consecuentemente, el tema central de esta
celebración no es el ministerio pastoral (o sacerdocio ministerial), sino el
sacerdocio común de todos los bautizados que, participando de la
consagración de Jesucristo, tienen la misión de ser en el mundo testigos de la
redención 17, tal y como lo dice la oración colecta que siempre expresa la
índole de cada celebración. 18


Entonces, ahora que las condiciones sanitarias lo permiten, sería ideal que
esta celebración contara con la participación de algunos fieles laicos
representativos de las distintas zonas y parroquias que conforman la Iglesia
diocesana, ya que es por ellos que se confeccionan los óleos sagrados y
también por ellos es que los presbíteros renuevan las promesas de su
ordenación.

  1. En cuanto a la Misa vespertina de la Cena del Señor, debe tenerse muy claro
    que la posibilidad de duplicar su celebración fue una concesión muy
    particular que la Santa Sede no renovó para el presente año. Regresamos,
    entonces, a la práctica de una única celebración en cada una de las “[…]
    iglesias catedrales y parroquiales y en aquellas donde puedan celebrarse
    dignamente, es decir, con presencia de fieles, con un número conveniente de

ministros y con la posibilidad de cantar al menos algunas partes”19 . Además,
por su nombre y naturaleza, esta celebración debe programarse cuando está
cayendo la tarde; hora en la que también tienen lugar las “Vísperas”, de las
cuales obviamente sólo podrían participar quienes no están en la Misa
vespertina. 20

  1. Téngase presente que la Misa vespertina de la Cena del Señor es sólo la
    introducción al Triduo Pascual, el cual está conformado por viernes, sábado
    y domingo. Por eso, cumpliendo con su rol introductorio, esta celebración
    tiene como temática central el misterio de la entrega por la que Jesucristo nos
    obtuvo la salvación. La institución de la Eucaristía y el sacerdocio, así como
    el precepto de la caridad, son expresiones memoriales de ese don de sí
    mismo por el cual el Señor hace que “[…] brote para nosotros la plenitud del
    amor y de la vida» . 21
  2. Al entender, entonces, el valor sacramental que tiene el gesto del lavatorio de
    los pies en esta celebración, conviene subrayar que su significado está más
    ligado al servicio (característica propia de todo bautizado) que al ministerio
    ordenado. De ahí que el Papa Francisco haya modificado las indicaciones
    litúrgicas para que se puedan lavar los pies tanto a hombres como a
    mujeres . Por eso, y por la necesidad de no mezclar las expresiones de la 22
    piedad popular con los elementos propios de la liturgia , no sería correcto 23
    circunscribir este gesto al grupo de varones que se visten como los apóstoles;
    lo más adecuado es pensar en un grupo diferente de fieles, hombres y
    mujeres, cuya presencia represente las realizaciones y retos que en cada
    comunidad comporta la vivencia de la caridad.
  3. Respecto de este mismo rito del lavatorio de los pies, téngase claro que el
    Misal Romano solamente dice que el sacerdote “con la ayuda de los ministros,

les lava los pies y se los seca” 24. La costumbre de besar los pies no sólo se sale
de lo que siempre ha estado indicado por la liturgia, sino que además
resultaría claramente contraria a los cuidados sanitarios que la pandemia nos
hizo re-valorar. En esa misma línea, debe preverse lo necesario para que, una
vez concluido el lavatorio de los pies, el sacerdote pueda lavar y desinfectar
sus manos antes de continuar con la celebración.

  1. El Misal Romano indica que una vez “dicha la oración después de la
    comunión […] se forma la procesión para llevar el Santísimo Sacramento con
    ciriales e incienso a través de la iglesia, hasta el sitio donde se le va a guardar
    […] 25”. La sencillez de esta rúbrica nos recuerda que el sentido fundamental
    de esta reserva eucarística es “[…] esencialmente la conservación del Cuerpo
    del Señor, para la comunión de los fieles en la Celebración litúrgica del
    Viernes Santo”26 , lo cual no excluye “[…] la invitación a la adoración,
    silenciosa y prolongada, del Sacramento admirable […]”27 . Lo que sí queda
    absolutamente claro es que dicha alabanza debe realizarse con “austera solemnidad»

conservando el Sacramento “en un sagrario cerrado […]” que
evite la semejanza e incluso la terminología de “sepulcro o monumento”28 Además, el lugar en el que se reservará el Sacramento y se realizará la
adoración debe prepararse teniendo en cuenta las previsiones necesarias
para que sea y se mantenga como un espacio sanitariamente seguro.

.

  1. Por otra parte, al pensar en los actos de piedad popular que normalmente se
    acostumbran realizar el Jueves santo por la noche, es fácil valorar las
    abundantes riquezas espirituales que esas prácticas aportan a la vida de la
    Iglesia. No obstante, resulta esencial tener claro que siempre ha de darse
    “[…] la preeminencia a la oración litúrgica […] sobre toda otra práctica de
    devoción” 29 . Por eso, es urgente motivar a los fieles para que la asistencia a la
    “procesión del silencio” o “procesión del prendimiento” no ocupe el primer
    lugar de atención. Lo esencial es contemplar el misterio de la entrega de
    Cristo y unirse a él gracias a una meditación silenciosa y prolongada junto a

la Reserva Eucarística. Por eso también debe evitarse la costumbre —no tan
acertada— de desplazarse de una iglesia a otra, pues la permanencia en un
solo sitio propiciará lo que la liturgia nos pide para esta noche que antecede
a la Pasión del Señor

  1. El Viernes Santo por la mañana en muchas comunidades se realiza la
    llamada “procesión del encuentro”, en la que tienen lugar las distintas
    representaciones de la pasión y muerte de Jesucristo. En su preparación y
    desarrollo resulta de capital importancia que estas expresiones de piedad
    popular “[…] no se alejen de este estilo de expresión sincera y gratuita de
    piedad, para convertirse en manifestaciones folclóricas, que atraen no tanto
    el espíritu religioso cuanto el interés de los turistas”30 . Por eso es digno de
    reconocimiento el esfuerzo de quienes recurren al rezo del Via Crucis u otras
    prácticas y oraciones para ayudar a que ésta y otras procesiones sean un
    verdadero espacio de plegaria. A quienes ya lo están haciendo, les invitamos
    a continuar caminando en esa dirección, a la que esperamos que muchos más
    se sumen.
  2. En la “Celebración de la Pasión del Señor”, “el sacerdote y el diácono, si está
    presente, […] se dirigen al altar en silencio, y hecha la debida reverencia, se
    postran rostro en tierra”31 . Éste es un gesto sumamente expresivo, un
    elocuente y eficaz apoyo mistagógico para la humildad y la confianza 32, que
    en otro momento se recomendó omitir por razones sanitarias. Pero ahora es
    tiempo de retomarlo, aunque sin descuidar los protocolos que salvaguarden
    la salud de quienes lo realizan.
  3. En este día, la oración de los fieles se presenta en su forma más solemne y
    universal, como un recurso sacramental para adherirse al amor de Cristo que
    se entregó sin reservas por toda la humanidad. Por eso, no sólo
    recomendamos darle toda la amplitud posible a este momento sino también
    retomar la costumbre de ponerse de rodillas para cada una de las plegarias. 33
    De manera particular, le instamos vehemente a prestar oído a las palabras del
    Santo Padre, el Papa Francisco, que nos

ha invitado insistentemente a rezar, pidiendo a Dios el
don de la paz para Ucrania, para que cese esta “guerra
repugnante”. Además de Ucrania, queremos recordar
también todos los demás conflictos en muchos países
del mundo, desgraciadamente siempre numerosos: una
situación que el Papa Francisco ha descrito como una
tercera guerra mundial a pedacitos 34 .

16. La estructura de la “Celebración de la Pasión del Señor” prevé que, en el
lugar que ocuparía la Plegaria eucarística, se realice la adoración de la Cruz.
Ésta puede ser introducida de dos formas distintas que no deben mezclarse.
Puede ser que el sacerdote se quede en el presbiterio mientras un diácono o
algún otro ministro o servidor litúrgico va a traer la cruz, que estará cubierta
con un lienzo morado; una vez en el presbiterio, el sacerdote la irá
descubriendo progresivamente 35. O bien, puede ser el mismo sacerdote
quien vaya hasta la puerta de la iglesia para traer la cruz, que en ese caso
estará sin cubrir; entonces, mientras la traslada al presbiterio se detendrá en
tres ocasiones para levantarla y aclamar su misterio 36 .

17. En cualquiera de los dos casos, cada vez que el sacerdote muestra la cruz y se
hace la aclamación “Miren el árbol de la Cruz […]” con su respectiva
respuesta, los demás fieles “[…] se arrodillan y adoran en silencio, durante
unos instantes, la Cruz que el sacerdote, de pie, mantiene en alto” . Éste es 37
un acto comunitario de adoración que debe realizarse con toda su fuerza sin
que eso signifique suprimir el gesto litúrgico de cada persona, como lo
describimos más adelante.

18. En efecto, en el dinamismo ritual de la actual celebración, la adoración de la
Cruz es un valioso recurso memorial para que cada persona se vincule con
Cristo y se una a su entrega38 . De ahí que los libros litúrgicos hablen
simplemente de una “Cruz” (no de un crucifijo) e invite a que el sacerdote
realice este gesto “habiéndose quitado la casulla y el calzado”39 , pues se le
está invitando a despojarse de sí mismo para abrazar la lógica de la donación
o entrega según el ejemplo de Jesucristo. De hecho, el Ceremonial de los
Obispos subraya aún más ese sentido de vinculación al sacrificio de Cristo al decir que el Obispo “[…] con la cabeza descubierta se acerca en primer lugar,
hace genuflexión ante la Cruz, la besa y regresa a la cátedra […]” . 40

  1. Los gestos previstos para que los laicos realicen la adoración quizá no sean
    tan expresivos pero su sentido es exactamente el mismo. Ellos también
    necesitan expresar y fortalecer su disposición personal a adherirse con Cristo
    a la Cruz. Por eso es recomendable que cada persona se acerque a la Cruz
    para adorarla “[…] haciendo una genuflexión simple o algún otro signo de
    veneración […]”41 diferente del beso, que por razones sanitarias debe
    seguirse omitiendo.
  1. En la tarde del mismo Viernes Santo muchas comunidades realizan la
    procesión con el “santo Sepulcro”, la cual puede resultar muy provechosa
    para secundar el camino que nos propone la liturgia: ayuda a cerrar la
    meditación gozosa del amor supremo que redime entregándose por sus
    amigos (cf. Jn 15, 13) y dispone a todos los fieles para la espera silenciosa y
    orante de la resurrección 42. De hecho, el silencio que marca las celebraciones
    de este día no expresa dolor o luto, sino la admiración de quien contempla la
    grandeza inmensurable de la misericordia divina. Entonces, resulta esencial
    que esta procesión no sea presentada como un momento trágico o un espacio
    de duelo, por lo cual es necesario dejar de lado todos los elementos que
    apunten en ese sentido.
  1. A propósito de ese mismo tema, conviene recordar un doble principio:
    ciertamente “[…] hay que evitar añadir modos propios de la ‘celebración
    litúrgica’ a los ejercicios de piedad […]” , pero igualmente cierto es que todo 43
    ejercicio de piedad popular debe organizarse “[…] teniendo en cuenta los
    tiempos litúrgicos para que estén de acuerdo con la sagrada liturgia […] ”. 44
    Entonces, lo correcto es que en esta y otras procesiones de piedad popular,
    los clérigos no estén revestidos con las vestiduras que se emplean para la
    liturgia: alba, estola, capa pluvial. En un ejercicio piadoso el Obispo (tanto
    como los canónigos) tendría que vestir el hábito coral (sin estola) mientras
    que los demás clérigos deben llevar solamente la sotana y el sobrepelliz. Y en

el caso de que esto no fuera posible, tendría que revestirse únicamente el
alba, sin estola 45(para mostrar que no es un acto litúrgico presidido por el
ministerio jerárquico sino una de esas acciones sagradas que se fundamentan
en el sacerdocio común de todos los bautizados y con las cuales también se
puede vivir legítimamente la fe 46 ).
Pero si alguno insistiera en emplear las vestiduras propias de la liturgia, debe
usarse el color rojo. Pues éste, que evoca el amor con el que Cristo nos
redimió entregando su vida, es el color que se emplea a lo largo de todo el
Viernes Santo 47, en cada una de las celebraciones litúrgicas, según la cuales
deben organizarse los ejercicios de piedad. En cambio, en la liturgia actual, la
que fue repristinada por el Concilio Vaticano II, el color negro no está
prescrito de ninguna manera para el Viernes Santo. 48

  1. La espera propia del Sábado Santo, segundo día del Triduo Pascual, puede
    verse animada por algunas prácticas de piedad popular, entre ellas destacan
    las procesiones y actos marianos que forman parte de las costumbres de
    algunos de nuestros pueblos. Tan sólo es importante tener en cuenta que
    “[…] las tradiciones festivas vinculadas a este día […] se deben reservar para
    la noche y el día de Pascua” 49. Entonces, cualquier ejercicio de piedad
    popular debe resplandecer especialmente por la sencillez y sobriedad.
  1. Al pensar en la celebración anual de la Pascua, resulta esencial recordar que
    el tercer día del Triduo Pascual es el domingo, no el sábado. De hecho, las
    indicaciones del Misal Romano hacen entender que lo ideal sería que la Vigilia
    Pascual se desarrolle entera o parcialmente en las primeras horas del
    domingo, el día de la Pascua . Por eso es importante que, donde no sea 50
    posible ubicar la Vigilia Pascual de esa manera, al menos se vele para que se
    programe a una hora coherente con su naturaleza, suficientemente adentrada
    en la noche; de modo que aparezca como la madre de todas las vigilias, ubicada a una hora significativamente más tardía que cualquier otra celebración del año.
  1. Ya hemos dicho que en todas las celebraciones de la Semana Santa debe
    velarse por la observancia de todos los protocolos sanitarios. Pero la
    extensión de la Vigilia Pascual, que ya podrá celebrarse con todos sus
    elementos, requiere un especial cuidado, sobre todo en lo que se refiere a la
    celebración del Bautismo, sea éste por infusión o por inmersión.
  2. Bien sabemos que la Pascua se extiende durante una cincuentena que es
    como un solo día, pero de manera muy particular “los ocho primeros días
    del Tiempo Pascual constituyen la octava de Pascua y tienen la celebración
    como las solemnidades” 51. Por eso es maravilloso contemplar que la vivencia
    de esta octava ha venido revitalizándose en las distintas diócesis de nuestra
    Provincia Eclesiástica de Costa Rica, pues son muchas las parroquias que en
    cada uno de esos días organizan celebraciones litúrgicas variadas que
    revisten la más alta solemnidad.
    También debe señalarse el valor que le corresponde a algunas prácticas de
    piedad popular que enriquecen estos días. Entre ellas podemos destacar la
    devoción a la “Divina Misericordia” que incluso ofrece la posibilidad de
    complementar la vivencia del II Domingo de Pascua; el cual, como cierre
    solemne de la Octava de Pascua, tiene como tema central la vivencia de la fe
    comunitaria como condición para el encuentro con el Señor Resucitado. En
    efecto, las meditaciones propias del “Domingo in albis” pueden ser
    enriquecidas con una temática que incluso se prepara con una novena.
    No puede olvidarse, sin embargo, que al igual que todos los demás ejercicios
    piadosos, esta novena de la Divina Misericordia debe vivirse “[…] teniendo
    en cuenta los tiempos litúrgicos para que estén de acuerdo con la sagrada
    liturgia, deriven en cierto modo de ella y conduzcan al pueblo a ella, ya que
    la liturgia, por su naturaleza, está muy por encima de ellos” 52. Por eso, desde
    hace ya algunos años, la Comisión Nacional de Liturgia (CONALI) preparó
    un subsidio en donde se cumple el deseo del Concilio Vaticano II proponiendo una manera de vivir dicha novena con la tonalidad propia de los distintos días litúrgicos en los que se ubica: la meditación silenciosa admirativa del Viernes Santo, la expectación confiada del Sábado Santo y el gozo constitutivo de la fe cristiana que es propio de toda la Octava de Pascua. Ese subsidio, que puede obtenerse en versión impresa o digital a través del Secretariado Ejecutivo de la CONALI, lleva por título Viviendo el gozo de la Pascua. Coronilla a la Divina Misericordia. Meditación comunitaria. Recomendamos vehementemente su difusión y aprovechamiento, pues allí se proponen fórmulas y gestos que permitirán aprovechar esta devoción viviéndola al ritmo de la eclesialidad que favorece la liturgia . 53
  1. Siempre en relación con las próximas fiestas pascuales, es importante
    detenerse en algunas consideraciones acerca de una forma particular de
    distribuir y recibir el Cuerpo del Señor. Es claro que “la sagrada Comunión
    tiene una expresión más plena por razón del signo cuando hace bajo las dos
    especies” 54. De ahí que ésa sea la forma en la que deben comulgar quienes
    pueden actuar in persona Christi Capitis justamente porque lo hacen
    originariamente in persona Ecclesiae: tanto la Comunión de quien preside la
    Eucaristía como “la Comunión de los sacerdotes concelebrantes se realice
    […] utilizando siempre hostias consagradas en esa misma Misa y recibiendo
    todos los concelebrantes, siempre, la Comunión bajo las dos especies” 55. De
    manera análoga se apunta también que “terminada la Comunión del
    sacerdote, el diácono recibe la Comunión bajo las dos especies, de mano del
    sacerdote […] . 56
    En las actuales circunstancias epidemiológicas, sigue siendo necesario que
    para la Comunión bajo las dos especies se prepare un cáliz para el sacerdote
    que preside y otro para el diácono y los concelebrantes. Entonces, el
    sacerdote que preside podrá sumir la Sangre del Señor directamente del cáliz
    previsto para él, mientras que el diácono y los concelebrantes comulgan por
    intinción empleando la especie del vino que se encuentra en el otro cáliz;
    pues por el momento no es correcto que de un mismo cáliz beban varias
    personas, sean éstas sacerdotes, diáconos o incluso laicos. Por esa misma
    razón, el sacerdote que preside hará la purificación del cáliz por él empleado, mientras que el cáliz del que nadie sumió podrá ser purificado por el diácono o —en su ausencia— por el ministro a quien corresponda .
  1. En el caso de los fieles laicos, también es claro que pueden participar de esa
    forma de comulgar en la que “[…] más perfectamente se manifiesta el signo
    del banquete eucarístico […]” 58. No obstante, en concordancia con su
    doctrina y consciente de su responsabilidad en la determinación de la
    manera oportuna para administrar los sacramentos 59 , la Iglesia ha
    restringido esta posibilidad a algunas ocasiones, entre las cuales no se
    encuentra ningún día de la Semana Santa. Por eso, para distribuir la
    comunión bajo las dos especies en estos días o en cualquier otro momento
    que no esté directamente indicado en los libros litúrgicos, el párroco de una
    comunidad (o cualquier otro sacerdote con la valoración de éste) debe contar
    con el permiso expreso del Obispo diocesano . 60
    Si estas autorizaciones se dieran y tomando en cuenta que la Conferencia
    Episcopal de Costa Rica 61 levantó la indicación sanitaria de distribuir la
    Comunión únicamente en la mano, sería posible distribuir la comunión bajo
    las dos especies a todos los fieles, pero sólo por intinción; pues como ya se
    dijo, no es tiempo aun para que varias personas empleen un mismo cáliz.
    Entonces, se depositaría la hostia mojada en la boca del comulgante, pues es
    clara la indicación de que “no se permita al comulgante mojar por sí mismo
    la hostia en el cáliz, ni recibir en la mano la hostia mojada”62 . En tal caso,
    deben tenerse todos los cuidados sanitarios para que no haya riesgo sanitario
    ni para el comulgante ni para el sacerdote, diácono u otro ministro. Como en
    el caso de distribuir la comunión sólo bajo la especie del pan a quienes
    desean recibirla en la boca, lo correcto es que el ministro desinfecte sus
    manos con cada uno de los comulgantes

Estas consideraciones, que hemos preparado a petición de algunos
sacerdotes y fieles laicos, quieren ser un apoyo para el trabajo de los agentes de
pastoral y para el fortalecimiento espiritual de todos los que vivimos la fe en la Provincia Eclesiástica de Costa Rica, pues deseamos una fructuosa Pascuas para
todos.

¡Que la paz de Cristo resucitado sea nuestra fortaleza!
Dado en la Sede de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, el día 30 de
marzo de 2022.

Mario Enrique Quirós Quirós
Obispo de Cartago
Presidente de la CONALI

Manuel Rojas Picado, presbítero
Secretario Ejecutivo

Ver en el pdf las citas del documento.

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