El primer día de la Asamblea Ordinaria de los Obispos de Costa Rica se dio la bienvenida al R.P. Laurentiu Dancuta, Encargado de Negocios Nunciatura Apostólica en Costa Rica. Luego se realizó una reflexión ofrecida por el Pbro. Eduardo Ramírez Ruiz y el tema “El servicio de la autoridad en el marco de una Iglesia Sinodal”.
El Pbro. Ramírez se refirió a que la sinodalidad hunde sus raíces en la esencia de la Iglesia. Es una dimensión constitutiva de la Iglesia; ella es sinodal o no es Iglesia. Agregó que el gran propósito del Concilio Vaticano II es redescubrir la identidad propia de la Iglesia, no cambiarla. “La Iglesia es misión y es para la misión, en ella se desdobla la experiencia de la sinodalidad. Por tanto, la misión de la Iglesia debe realizarse en sinodalidad; ella es misión (ser) y se hace sinodalmente (quehacer). El periodo posconciliar ha tratado de mirar e implementar la autoridad como servicio evangélico, no simplemente como poder temporal. Para ello es indispensable el diálogo, la apertura, el encuentro y el caminar juntos desde el misterio de la comunión. Esta es la actitud sinodal que debe ser expresión de la vida de la Iglesia. La autoridad es esencial al misterio y a la
vida de la Iglesia, pero debe ser vista y asumida como servicio, como apertura al Espíritu, como diálogo audaz y en constante discernimiento de la voluntad de Dios para cumplir la misión encomendada por Jesucristo”, agregó.
Posteriormente, Monseñor José Manuel Garita Herrera, Obispo de Ciudad Quesada y presidente de la Conferencia Episcopal dio el mensaje de apertura en el que recalcó las palabras del Papa Francisco del pasado 10 de octubre en la Misa de Apertura del Sínodo de los Obispos: “Estamos llamados a ser expertos en el arte del encuentro. No en organizar eventos o en hacer una reflexión teórica de los problemas, sino, ante todo, en tomarnos tiempo para estar con el Señor y favorecer el encuentro entre nosotros”
Monseñor Garita recalcó que la pandemia nos sigue llevando a cuidar la salud de los demás y que este año entraron al Seminario de forma presencial 144 seminaristas. También se le dio la bienvenida al nuevo Obispo de San Isidro Mons. Juan Miguel Castro Rojas. Se refirió luego al centenario de la Provincia Eclesiástica que recién se ha celebrado y a la importancia de la presencia y apoyo de la Iglesia en la pandemia y en la campaña electoral con su mensaje constante sobre el bien común.
Los ejes principales del mensaje de bienvenida fueron: 1.- Propiciar el encuentro personal con Jesucristo encarnado en la realidad del continente. 2.- Escuchar el clamor de los pobres, excluidos y descartados. 3.- Promover y defender la dignidad de la vida y de la persona humana desde su concepción hasta la muerte natural y 4.- Renovar, a la luz de la Palabra de Dios y el Vaticano II, nuestro concepto y experiencia de Iglesia Pueblo de Dios, en comunión con la riqueza de su ministerialidad, que evite el clericalismo y favorezca la conversión pastoral.
En su papel de iluminación y acompañamiento pastoral los Obispos recibieron hoy al candidato presidencial del Partido Liberación Nacional, José María Figueres Olsen quien compartió los Obispos por la tarde. Jeison Granados, vocero de la Iglesia Católica expresó: “Se recibió al candidato José María Figueres a solicitud de él. Se analizaron varios temas en un eventual Gobierno. La Iglesia escuchó al candidato y hay interés por trabajar en conjunto en proyectos sociales, mantener una alianza que opere desde Casa Presidencial y mantener una buena relación. El candidato mencionó interés en un eventual Gobierno de tomar en cuenta a la Iglesia con respecto a una política de estado en el campo de la educación”.
“La Iglesia, como actor social importante, debe mantener el mandato que viene de Jesucristo: llevar la Buena Noticia, un anuncio que se hace a tiempo y a destiempo, y en búsqueda de colaborar en lo que creemos ha llevado a nuestro país a ser un país de valores, democrático, libre, que cree en la solidaridad y que aboga por la paz social” puntualizó Monseñor José Manuel Garita. La jornada finalizó con la Santa Eucaristía.