25 marzo, 2023.
Con estas palabras, hace más de 40 años, cerraba el discurso que dirigió San Juan Pablo II a los jóvenes en el entonces estadio nacional de Costa Rica.
Eran días convulsos en los que Centroamérica se desangraba en luchas fratricidas, en donde eran conculcados los derechos de muchos pobres y oprimidos haciendo que la situación, ya de por si desoladora, se agravara aún más. Cuatro décadas han pasado y, al celebrar aquel acontecimiento y aquella visita que marcaron la historia de la región y pusieron un sello indeleble en las generaciones de creyentes de la época, nos avocamos hoy, a vivir, el próximo 25 de marzo, la Solemnidad Litúrgica de la Anunciación del Señor, el Misterio de su Encarnación, día también del “No Nacido”.
Tenemos, por tanto, en este contexto, la feliz ocasión de retomar, con toda su fuerza, aquel vehemente llamado que nos hiciera este gran pontífice: el “deber de construir una sociedad mejor”, a partir, sobre todo, de asegurar el derecho a la vida, primero de todos los derechos y fundamento de todo derecho.
Es el don precioso de la vida, su dignidad, su belleza, su grandeza, su singularidad, entre otros muchos atributos, lo que los creyentes, de cualquier generación, estamos llamados nuevamente a proclamar: la certeza de que ninguna forma de violencia ni de egoísmo y ningún tipo de injusticia podrá jamás opacarlo.
En su momento, en el mensaje señalado, San Juan Pablo II instó a sus oyentes a manifestar el grave compromiso que, como fermento y esperanza de la comunidad humana y de la Iglesia, tenía aquella generación. Elocuente la invitación que les hizo a no traicionar su conciencia, a no contentarse con contemplar o lamentar pasivamente tantos males presentes, a evitar declararse impotentes o vencidos ante el mal y dejarse arrastrar por la desesperanza:
“No, no es ese el camino de solución. Cristo les llama a comprometerse en favor del bien, de la destrucción del egoísmo… Quiere que construyan una sociedad en la que se cultiven los valores morales… operadores de bien, de justicia, de hermandad, de amor, de honestidad y concordia. Cristo les alienta a llevar siempre en su espíritu y en sus acciones la esencia del Evangelio: el amor a Dios y el amor al hombre (Cfr. Mt 22, 40).” Porque, sólo de esta manera, con esa comprensión de la profundidad del hombre a la luz de Dios, podrán trabajar con eficacia para que «esa sociedad que van a construir respete la dignidad, la libertad, el derecho de las personas…”
Sigan resonando esas inspiradas palabras en la mente y el corazón de todo el pueblo costarricense. Solo siguiéndolas, veremos crecer una sociedad mejor, sustentada en el inalienable derecho a la vida, particularmente, el inalienable derecho a existir de la vida no nacida y gestante en el seno de las madres.
El Señor de la Vida y de la historia nos haga dóciles a su acción en favor de la vida, de la vida por nacer, para construir, junto a Él, una sociedad que sea escenario de su Reinado.
Mons. Bartolomé Buigues Oller T.C. P. Hernán Federico Chaves R.
Presidente de CONABIET Secretario ejecutivo CONABIET
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